EL CONTROL DEL CALOR CORPORAL



Las aves son, junto con los mamíferos, los únicos vertebrados homotermos (de sangre caliente) vivientes; se sabe que varios grupos de dinosaurios también lo eran. Su corazón late más rápido y es más grande y potente proporcionalmente que el de los mamíferos. Por ejemplo, se ha calculado que el corazón de un colibrí representa aproximadamente 30% del peso total del cuerpo.

Las aves funcionan como máquinas metabólicas de alta capacidad. Su temperatura corporal es alta (alrededor de 40°C), sus actividades de vuelo y alimentación generalmente producen mucho calor, el cual es eliminado generalmente durante la respiración. Pero cuando el ave habita en zonas de temperatura extremosa, fría o cálida, se demanda una cierta cantidad de energía para poder mantener su temperatura corporal.

En climas muy cálidos, las aves pierden calor cambiando de posición y exponiendo sus patas, axilas u otras partes desnudas de su cuerpo a la acción del viento. Por el contrario, si tienen mucho frío, esponjan su plumaje o tiritan y, en casos extremos, jadean.

Sin embargo, cuando el frío es muy extremo, algunas aves como los colibríes y los chotacabras entran en un estado llamado hipotermia, el cual consiste en el descenso de la temperatura corporal y la consiguiente reducción de la actividad metabólica. Si la hipotermia es profunda, se produce un estado llamado turpidez o torpor, en el cual el ave reduce su actividad al mínimo y entra en un estado de inactividad. Esta característica fue la que originó, seguramente, la leyenda de que los colibríes dormían clavados del pico en los árboles.

Las aves están perfectamente adaptadas para la vida en el aire y bajo rigurosos ambientes.

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